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julio 23, 2007

El Juvenil coronó el sueño argentino

Ahora, justo ahora que la gloria ya es una preciosa certeza, esos dos abrazos multitudinarios resultan los inmejorables testimonios de un momento que tendrá siempre espacio en cada recuerdo. Hay hombres que lloran y pibes que lloran, mezclados, juntos. Son lágrimas de una consagración que los emociona y que emociona. Ahí, al costado del campo de juego del National Soccer Stadium, se repite la escena feliz de otros tiempos afines: el abrazo del alma. No están ahora José Pekerman, Gerardo Salorio, Donato Villani ni Eduardo Urtasun como en Qatar o como en Malasia o como en el José Amalfitani. Tampoco está Francisco Ferraro como en Holanda. Pero sí está ese tipo laburador que hace más de doce años viene formando jóvenes entre los silencios de Ezeiza: Hugo Tocalli. Luce gozoso perdido en ese abrazo compartido con Jorge Theiler, con el doctor Daniel Martínez, con el profe Eduardo Kiriluk, con el kinesiólogo Raúl Lamas, con el jefe de prensa Ricardo Ruiz... Unos metros más allá, en el centro del campos, 21 pibes que todavía no cumplieron 20 años dejaron de ser muchos para ser uno solo. Están todos ahí, acurrucados, apretados, juntos. Saltan, gritan sin temor a disfonías, se miran con ojos en los que ya no caben más alegrías. Son los campeones del mundo juvenil. Lo saben. Y por eso la euforia que rompe la monotonía y los protocolos de esta ciudad de Toronto que supo cobijar esta ilusión compartida con desenlace memorable.
Tocalli cumple con un rito que tenía pensado desde bastante antes de la final: un beso, una caricia paternal y un abrazo para cada campeón. Un rato después, los jugadores también cumplen con esa suerte de promesa que tenían con el azar: van al arco del triunfo, ese en el que vivieron los momentos mágicos frente a Polonia y a Chile, en este estadio de Toronto que ahora está repleto de asombros ante el festejo argentino. Unos metros más allá, hay batucada: Matías Sánchez, Yacob, Alejandro Gómez ¿Papu, para el plantel?, Centeno y Germán Voboril ya se apoderaron de bombos y redoblantes. Tocan al ritmo que les dicta esta impresión nueva e irremplazable. Y cantan lo que cantan todos: "Oooh, Argentinaaaa / es un sentimientooo / no puedo paraaar". Martínez, ese médico entrañable que supo ser centrodelantero de Argentinos, es el fotógrafo ocasional de cada uno de esos momentos. El también ríe. Del otro lado, un grupo de checos tenaces miran sin entender. No encuentran forma de dosificar su desencanto.
Pronto llega el momento de la escena que doblegará al paso del tiempo: Matías Cahais, el capitán del plantel, y el Kun Agüero, capitán de la final, reciben la Copa de manos del presidente de la FIFA, Joseph Blatter. La levantan. La miran. La muestran. La comparten. Es una tarde de Toronto. Ellos, todos ellos, saben que jamás la olvidarán.

4 comentarios:

gabolso dijo...

paso ...

gabolso dijo...

Paso a saludar ...

Saludos,

El Mano Santa dijo...

si no aparece algo mejor en la vuelta, la edicion que viene de ART ATTACK es para las mujeres, andate preparando por que este va con doble placer.... 2 dildos... y solo como adelanto PRIMICIA TOTAL DEL MANO SANTA :P ... es uno que es en forma de florcita y al otro le dicen "EL CONEJITO" :P

vos anda juntando los materiales :D:D

Administrador. dijo...

Felicitaciones..

Saludos...

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